martes, 20 de marzo de 2018

"No somos creadores de historia. Estamos hechos de la historia." (Martin Luther King)

En Sociales, hemos pasado a estudiar Historia.

Y como en Lengua hemos empezado a trabajar sobre la mitología,  el estudio de la Edad Antigua nos viene muy bien para entender mejor esas grandes civilizaciones que eran los griegos y los romanos.

Antes de empezar el tema, estuvimos comentado en clase la importancia de estudiar la Historia para entender mejor el mundo en el que vivimos.




Luego recordamos la línea del tiempo para situar la Edad Antigua en la Historia.


Todo empezó con la invención de la escritura y terminó con la caída del imperio romano. 


¿Y cómo se vivía en la península ibérica durante la Edad Antigua? Así lo contamos en clase hoy....

En la Antigüedad la Península Ibérica era un territorio muy rico en metales y materias primas, pero estaba muy lejos, en Occidente. Al otro extremo del Mediterráneo. En Oriente habían surgido las primeras grandes civilizaciones de la historia: sumerios, egipcios, cretenses, micénicos, fenicios, etruscos, griegos….

Para mantenerse y crecer estas civilizaciones necesitaban los metales: oro, cobre, plata, estaño, pero también territorios no muy poblados donde establecer sus colonias, es decir unas bases donde instalarse para comerciar con los indígenas. El cobre y el estaño, eran como el petróleo hoy en día. Los necesitaban para fabricar utensilios, objetos y sobre todo armas de bronce. Una aleación de cobre y estaño. En los países de donde procedían estas civilizaciones o no había o se habían agotado las minas. 

Por eso vinieron a la Península, porque aquí había enormes yacimientos de cobre, de plata, de estaño de oro…., y además esparto – para hacer cuerdas, territorios muy poco poblados donde plantaron nuevos cultivos como el olivo, las viñas y construyeron las primeras factorías y colonias enseñando a los indígenas el uso del torno del alfarero, para fabricar  la cerámica. La metalurgia para trabajar los metales, surgiendo nuevos oficios como el herrero, el orfebre. Enseñándoles técnicas comerciales e introduciendo el alfabeto, nuevas técnicas constructivas y el uso de la moneda.

Los primeros en llegar fueron los fenicios. Se establecieron en el norte de Africa, donde fundaron la ciudad de Cartago, en la actual Tunez, y  en la costa andaluza donde  fundaron las ciudades de Gades (Cádiz), la ciudad más antigua de occidente, en el año 1000 a.C.; Malaka (Málaga), Adra (Almería), enseñaron a los nativos las técnicas de la metalurgia y el alfabeto.

Posteriormente en torno al siglo VI a.C., llegó otro pueblo colonizador, los griegos, se establecieron en las costas catalanas y valencianas y su principal ciudad fue Ampurias. Construyeron ciudades independientes, que se llamaban Polis, y se dedicaron a comerciar y cultivar los territorios. Sus técnicas constructivas influyeron en los sistemas urbanísticos de las poblaciones indígenas.

En aquella época, la Península estaba ocupada por numerosos pueblos, independientes unos de otros y con culturas distintas. En el norte habitaban los pueblos de cultura indoeuropea, celtas, dedicados fundamentalmente a la ganadería y viviendo en castros, poblados construidos con viviendas de planta circular. En sus territorios se localizaban los grandes yacimientos auríferos ( de oro ) y por influencias coloniales, se convirtieron en reputados orfebres.

En la zona litoral mediterránea y Andalucía, habitaban los iberos, un conjunto de pueblos que habitaban en poblados fortificados controlando las principales rutas de comunicación y dedicados fundamentalmente a la agricultura y la ganadería. Eran los más desarrollados por sus continuos contactos con mercaderes y comerciantes de Oriente.

En el interior de la península habitaban los Celtíberos, vivían en ciudades fortificadas, como Numancia, dedicados a la ganadería y la agricultura y buenos conocedores del trabajo de los metales. Eran orgullosos y aguerridos y mantuvieron una larga lucha contra los romanos.
 




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